La Ley y el Evangelio de Gracia


La Ley es los "Haz" y "No hagas" del comportamiento moral. Dios dio la Ley de modo que la gente tuviese una guía para vivir y una norma por la cual pudiesen reconocer su propia pecaminosidad y la pureza de Dios. Hay 613 mandamientos en el Antiguo Testamento. Ellos supervisan el comportamiento moral, judicial y religioso.

La Ley refleja el carácter de Dios, porque ella proviene del corazón mismo de Dios. La Biblia dice que de la abundancia del corazón habla la boca (Mat 12:34). Cuando Dios dio la Ley, estaba hablando desde la abundancia de Su corazón. Estaba hablando de lo que estaba en El. Por tanto, la Ley es buena, pura, justa y santa.

Proviniendo, como proviene, del corazón mismo de Dios, y habiendo sido dada a los hombres, esta Ley es una norma para la conducta humana; una norma perfecta. Porque la Ley es perfecta, y nosotros no lo somos, es imposible que ella sea cumplida por personas pecaminosas. Fue por esta razón que la Ley se convirtió en una piedra de tropiezo. Se convirtió en un obstáculo para el hombre, porque es una norma perfecta e inalcanzable. La Ley, así, trae lo opuesto de aquello que exige. La Ley manda ser perfecto, pero le demuestra que usted no lo es. Dice que hay que ser santo, pero le condena cuando usted no lo es. Ya que no nos es posible cumplir con la Ley y ganar así nuestro lugar con Dios, necesitamos que la santidad de Dios nos sea dada; simplemente porque no hay forma en que por nosotros mismos estemos a la altura de Dios. Por tanto, "... la Ley ha sido nuestro guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe" (Gálatas 3:24). Es decir que la Ley nos muestra que no podemos alcanzar a Dios por medio de lo que nosotros hacemos. Necesitamos de la gracia de Dios que se halla en Cristo Jesús y se manifestó en Su sacrificio.
I.         La Ley revela nuestra pecaminosidad
1.     "porque por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de él, ya que por medio de la Ley es el conocimiento del pecado." (Rom. 3:20).
2.     "¿Qué, pues, diremos? ¿La Ley es pecado? ¡De ninguna manera! Pero yo no conocí el pecado sino por la Ley; y tampoco conocería la codicia, si al Ley no dijera: «No codiciarás»." (Rom. 7:7).

II.         La Ley es para quienes no están bajo la gracia.
1.     "Pero sabemos que todo lo que la Ley dice, lo dice a los que están bajo la Ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios" (Rom. 3:19).
2.     "El pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia" (Rom. 6:14).

III.         Ninguno es justificado por la Ley.
1.     "porque por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de él" (Rom. 3:20).

IV.         La Ley no hace concesiones, sino que exige.
1.     "Todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición, pues escrito está: «Maldito sea el que no permanezca en todas las cosas escritas en el libro de la Ley, para cumplirlas" (Gal. 3:10).

V.         La Ley es espiritual; obra en el Espíritu, no en el cuerpo.
1.     "Sabemos que la Ley es espiritual; pero yo soy carnal" (Rom. 7:14).
2.     "No harás..." se aplica al corazón (la voluntad), no al cuerpo.

VI.         Somos hechos justos ante la vista de Dios por gracia, aparte de la Ley de Dios.
1.     "Concluimos, pues, que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la Ley" (Rom. 3:28).
2.     "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Rom. 5:1).
3.     "sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo, y no por las obras de la Ley, por cuanto por las obras de la Ley nadie será justificado" (Gal. 2:16).

VII.         La Ley trae juicio.
1.     "La Ley produce ira" (Rom. 4:15).

VIII.         La Ley nos prepara para el Evangelio
1.     La Ley nos muestra que el don gratuito del Evangelio es la única forma de alcanzar la justicia.
2.     "De manera que la Ley ha sido nuestro guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe." (Gal. 3:24).
1.     La salvación por gracia a través de la fe (Efesios 2:8) solamente se encuentra en la religión cristiana. Solamente el cristianismo tiene el mensaje de la gratuita e inmerecida gracia de Dios.

IX.         La Ley es para el Impío.
1.     "Pero sabemos que la Ley es buena, si uno la usa legítimamente, conociendo esto: que la Ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bienaventurado..." (1 Tim. 1:8-11).

X.         La Ley difiere del Evangelio en:
1.     La forma de revelación.
1.     La Ley se revela en el corazón del hombre.
1.     "Cuando los gentiles que no tienen la Ley hacen por naturaleza lo que es de la Ley, estos, aunque no tengan Ley, son ley para sí mismos, mostrando al obra de la Ley escrita en sus corazones..." (Rom. 2:14-15).
2.     Sería imposible convertir a nadie si la Ley no hubiese sido escrita en su corazón, porque la Ley es la que revela el pecado (Rom. 3:20).
2.     El Evangelio viene por revelación directa; no está escrito en el corazón.
1.     "Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis" (1 Cor. 15:1).
2.     El contenido.
1.     La Ley dice lo que la gente tiene que hacer (nuestras obras); tiene exigencias (Deut. 27:26).
2.     El Evangelio revela lo que Dios está haciendo (la obra de Dios). Por tanto, no exige de nosotros nada excepto la fe (Rom. 6:23).
3.     La Ley es la lista de "Haz" y "No hagas" (Éxodo 20)
4.     El Evangelio es la muerte, entierro y resurrección de Cristo por los pecados (1 Cor. 15:1-4).
1.     Contiene gracia y verdad (Juan 1:17) porque el Evangelio es acerca de Jesús.
3.     Sus promesas
1.     Tanto la Ley como el Evangelio prometen vida eterna:
1.     La Ley por obediencia completa a todos sus mandamientos (Lev. 18:5; Lucas 10:26).
2.     El Evangelio por gracia, incondicionalmente (Rom. 3:22-24, Efesios 2:8-9). No exige nada ni profiere amenazas, sino que quita del pecador el deseo de pecar.
XI.         Los Efectos de Predicar la Ley.
1.     La Ley nos dice qué debemos hacer, pero no nos capacita para hacerlo. Esto puede ser frustrante, ¡porque no podemos cumplirla!
2.     La Ley le revela al hombre su pecado. No ofrece ayuda para que se libre de él; arroja al hombre a la desesperación.
1.     "...Pero yo no conocí el pecado sino por la Ley; y tampoco conocería la codicia, si al Ley no dijera: «No codiciarás»." (Rom. 7:7).
3.     La Ley trae conciencia de maldición, el infierno y la desesperación.
1.     "Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho que oculte de vosotros su rostro para no oíros." (Isaías 59:2).
2.     "Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, haciéndose maldición por nosotros (pues está escrito: «Maldito todo el que es colgado en un madero»)" (Gal. 3:13).

XII.         Los Efectos de Predicar el Evangelio.
1.     El Evangelio exige fe y nos la otorga.
1.     "Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Cristo" (Rom. 10:17, Reina-Valera 1995 margen).
2.     El Evangelio no condena al pecador.
1.     "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" (Rom. 8:1).
3.     El Evangelio no exige que el hombre haga nada bueno, ni en su corazón, mente o cuerpo, porque es un don gratuito.
1.     "Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro." (Rom. 6:23).

XIII.         A Quiénes se le Predican la Ley y el Evangelio.
1.     La Ley es predicada a los pecadores, aquellos obstinados en su pecado
1.     "Pero sabemos que la Ley es buena, si uno la usa legítimamente, conociendo esto: que la Ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina,..." (1 Tim. 1:8-10).
2.     El Evangelio se les predica a quienes están alarmados, atemorizados, heridos por la Ley, a aquellos que tienen sed por el mensaje del Evangelio.
3.      
1.      
2.     "...por medio de la Ley es el conocimiento del pecado" (Rom. 3:20)
3.     "De manera que la Ley ha sido nuestro guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe" (Gál. 3:24).
4.      

De manera que la ley ha sido nuestro ayo para llevarnos a Cristo,
a fin de que fuésemos justificados por la fe. 
Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo.
Gálatas 3:24-25
 Matthew J. Slick, 1998, 2000



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