SANTIAGO 1:19-27
INTRODUCCIÓN:
JOSUÉ 1:1-9
El llamado de Josué, en un
momento de tristeza después de la muerte de Moisés, Dios no deja a su pueblo en
soledad, rápidamente levanta a un líder útil y capaz. De un carácter peculiar,
Josué estaba capacitado para recibir órdenes, por lo tanto Dios quiso usarlo
como líder de todo su pueblo.
“los más aptos para gobernar son
los que han aprendido a obedecer” y de dónde nace la obediencia absoluta de
Josué, de su fe en el Señor. Él sabía muy bien como el Señor había acompañado a
Moisés en toda su vida y todo lo que el Señor había hecho a través de él
Y ahora, en momentos de vital
importancia como la de tomar la tierra prometida, la fe de Josué impulsada por
la ley del Señor tenía que estar en su nivel máximo. No tenían un puente, no
tenían botes, pero tenía una fe grande en que Dios abriría un camino al haber
mandado que su pueblo pase al otro lado
La fe verdadera en la palabra de
Dios en la ley del Señor, en la toráh, hace que Josué medite en ella de día y
de noche para comprenderla y obedecerla, para cuidar de hacer conforme a la ley
que Dios dio a Moisés.
Cualesquiera que sean los asuntos
del mundo que tengamos en mente, no debemos desechar la única cosa necesaria:
meditar en la palabra de Dios de día y de noche.
SANTIAGO 1:19-27
El ministerio de la Palabra
Dios le ha dicho a la humanidad
lo que ésta necesita, y se lo ha dicho por medio de su palabra, ésta, es
poderosa y generadora de vida. No es una palabra como cualquier otra, es una
palabra que salva nuestras almas y transforma nuestras vidas. Por ello es
importantísimo meditar en el ella como lo hacía Josué, pero al mismo tiempo, es
de suma importancia rogar por sabiduría para comprenderla y no malinterpretarla
o interpretarla a mi conveniencia.
En la exhortación de Santiago
podemos ver 3 partes y/o responsabilidades hacía la palabra de Dios y que por
la fe dada por él debemos poner en práctica:
1.
Saber
escuchar la palabra
Vs. 19-20. Oír
no es fácil y menos cuando se nos confronta directamente, Santiago sabe que
normalmente hablamos antes de escuchar, incluso nos airamos en lugar de
escuchar, y más cuando se trata de la Biblia, por eso surgen muchas teorías
sobre ella y la gran mayoría, vienen de personas que nunca trataron de meditar
en su contenido.
Podríamos
imaginar lo que hubiera pasado con el pueblo de Israel si Josué no hubiese escuchado
a la palabra de Dios? Hubieran sido
dominados prontamente por los otros pueblos, nunca hubieran podido tomar la
tierra que Dios les prometió. Eso mismo pasa con nosotros cuando no escuchamos
o no sabemos escuchar la palabra, rápidamente somos llevados por cualquier
viento de doctrina.
Saber escuchar
involucra preparar el terreno donde el sembrador arroja la semilla, recordando
la parábola del sembrador dónde nuestro Señor Jesús explicó el efecto de semilla
sobre los distintos tipos de terreno los podemos comparar con los corazones de
los oyentes: el corazón duro, el corazón superficial, el corazón ahogado y el
corazón fructífero quien escuchó la palabra, la recibió y dio fruto al ciento
por uno.
Es importante
también mencionar que para que se sepa escuchar la palabra hay anunciarla y más
aún saberla anunciar, (Rom 10:8-15).
Para que la
Palabra sea escuchada debemos predicarla.
2.
Saber
recibir la palabra
Vs. 21, después
de escuchar el mensaje de la palabra, tampoco es tan fácil recibirla, hay una
batalla, otras PALABRAS compiten con la palabra de Dios, y esas palabras están
llenas de maldad las cuales es menester extirparlas.
Muchas veces el
oído se obstruye, y por unos momentos nos quedamos un poco sordos, hay una
ligera desesperación por volver a escuchar normalmente, entonces tratamos de
sacar lo que obstruye nuestra audición. De la misma manera existen cosas que
obstruyen el paso de la palabra de Dios a nuestra alma e impiden que sea
recibida por nuestros corazones, es la inmundicia, es la contaminación moral de
la que está hablando Santiago que debemos desecharla de nuestras vidas para
poder recibir adecuadamente el mensaje de la Palabra y así lograr ponerlo en
práctica.
Recibir es
prestar atención y aceptar con una actitud como la que Santiago describe: con
Mansedumbre o humildad, con espíritu dócil dispuesto a aprender.
3.
Saber
poner en práctica
Vs. 22-24. Un
árbol de manzanas que ha tomado todo su tamaño, le han crecido muchas hojas y
ramas, y además ha florecido, pero no da fruto, no ayuda en nada. Santiago dice
que si un hombre no hace lo que dice la palabra de Dios es como verse al
espejo, mirarse sucio, irse y olvidarse cómo estaba.
Vs. 25. MIRAR /
ESCUCHAR atentamente a la palabra de Dios, PERSEVERAR / MEDITAR en ella y
EJECUTAR / PRACTICAR será bienaventurado en lo que hace.
El poner en
práctica las ordenanzas de la palabra trae consigo bendición de Dios, pero esto
viene en aumento, es progresivo
La fe puesta en práctica Vs. 26-27. El
resumen final de esta sección de la carta de Santiago, describe un estilo de
vida, una filosofía individualista versus una fe genuina, una costumbre más que
una convicción, RELIGIOSIDAD y no CRISTIANISMO genuino. El fruto del proceso de
escuchar, recibir y obedecer la palabra de Dios es llevar una vida de compasión
y de servicio, el mejor ejemplo fue nuestro Señor Jesucristo, que además de
traer y ser el evangelio mismo, nos dejó una clara muestra de cuál debería ser
nuestra forma de servir a los demás: obedeciendo su palabra.
RESUMEN: El Señor nos ha entregado una fe con una base sólida en su palabra debemos escucharla, recibirla y llevarla a la práctica, meditar en ella de día y de noche.
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